No recuerdo cómo cayó la copa, sólo que tenía vino en mi blusa de estreno.
“El baño está clausurado. Por favor, use el de caballeros al otro lado del salón”
Me volví como diciendo ¿Puedes creer esto? Pero se había sumergido en su móvil.
Cuando salí, lo vi mirar a la puerta del otro servicio.
Una mirada furtiva, orgullosamente culpable.
Antes de guardar el teléfono leyó con deleite lo que había recibido.
Sonrió y levantó su copa en un brindis invisible, feliz.
Así nació la sospecha, por una copa de vino…