Cuando es necesario

Mi familia era de velorios largos.
El muerto ya hacía rato que olía a azufre cuando los últimos rezagados llegaban a presentar sus respetos.
Muchos habían tenido que viajar toda la noche, con pasajes pagados con dinero prestado, pedido con vergüenza y a las corridas.
Porque eran así.
Estaban.
En las buenas, cuando es fácil, pero, sobre todo, en las malas, cuando es necesario.

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