Se paró a mi lado y pidió un ramo de rosas.
Sin poder moverme vi que la culata de un arma asomaba de uno de los bolsillos de su abrigo.
– Ojalá me acepte y volvamos… – dijo.
Lo vi perderse entre el gentío…
Se paró a mi lado y pidió un ramo de rosas.
Sin poder moverme vi que la culata de un arma asomaba de uno de los bolsillos de su abrigo.
– Ojalá me acepte y volvamos… – dijo.
Lo vi perderse entre el gentío…