Carreras bajo la lluvia

Las libélulas volaban, nerviosas, en un mediodía cargado. Las nubes gordas, negras, apenas habían dejado pasar algún rayo de sol en la mañana, pero ahora, luego del almuerzo, parecía que estaba a punto de anochecer. Cuando me desperté, lo segundo que dijo mi madre fue: Andá a lo del vasco, a buscar grasa. Cuando agregó que también debía traer dulce de leche, casi tuvo que atarme para que no fuera antes de desayunar. El día Read More …

El gato en la punta de la columna

Hacía un calor bárbaro ese día, las chicharras cantaban, los grandes sesteaban y el sol dejaba las piedras hirviendo.Si se miraba la calle, a las dos o tres cuadras parecía que estaba mojado, que había agua. Yo sabía que era por el calor, pero no entendía bien cómo era eso que el calor hacía que las calles y los techos parecieran tener agua arriba.En casa se bajaban las cortinas todo el día; no se veía Read More …

Cuando mi tío se asustó

Estaba en la cocina, comiendo las uvas que la mama guardaba en la heladera. Arriesgaba unas buenas palmadas, así que tenía cuidado de no hacer ruido. Antes de sestear la mama cortaba algún racimo lindo, lo ponía en un vaso esmaltado que tenía, lo tapaba con agua y a la heladera. Al levantarse tenía unas ricas uvas, bien fresquitas. Pero a todos nos gustaban las uvas y dos por tres agarraban a alguno de mis Read More …

Sólo los ambombados están seguros

Había acompañado al tío a hacer algunos mandados, y a la vuelta nos sentamos en plaza Batlle a ver la gente que salía de misa. Mucha gente mayor, mucha viuda, por lo que se veía. El padre Espada les daba la mano y dedicaba algunas breves palabras a cada uno de sus feligreses. Salió una compañera de clase con sus padres, el hombre era policía y se comentaba que le pegaba a la mujer. Ella Read More …

El hombre más fuerte del mundo

Desde el asunto de la mujer de blanco, el Coqui era medio la estrella de la escuela. Parecía que en vez que él hubiera salido rajando, la que había disparado era la aparecida. Nadie veía como cobardía que él hubiese corrido a lo loco; había sobrevivido al encuentro con la mujer de blanco y eso era lo importante. Claro que las maestras nos habían sermoneado con aquello de que las apariciones no existían, que los Read More …

Dos de noviembre

Todos los dos de noviembre marchábamos en familia al cementerio. El camino que seguíamos corría junto a la vía por casi medio kilómetro, y nunca faltaba quien caminara unos metros sobre los rieles. La tía Ana era fina para caminar arriba de las vías, igual te caminaba una cuadra, rapidito y sin perder el equilibrio nunca; yo le envidiaba la habilidad. El tío Gabino decía que no se caía porque era petisa, pero yo era Read More …

Cometas de nombre raro

Era una primavera bien ventosa y las cometas se veían por todo el cielo. Las mirábamos con el tío; pasábamos rato, el mateando y yo jugando con alguna piedra o algo. A veces conversábamos un poco, pero eran frases cortas, el tío tomaba mate despacio, casi siempre sólo, por eso mismo. Había gente lo devolvía enseguida, como si el objeto de tomar mate en ronda sólo fuese tomar agua caliente con yerba. Y hablaba poco Read More …

Helados derretidos

– ¿Vamo en el vasco, Julito? – dijo el tío, ya en el portón. Yo había hecho la mitad del camino hasta donde estaba, cuando preguntó: ¿No le pregunta a su madre? Podía decir que no hacía falta, que era ir y venir, ahí, hasta el vasco nomás, pero era más rápido ir a preguntar, que discutir y tener que ir igual. Encontré a mamá con los ojos llenos de lágrimas y me asusté. Ella Read More …

El exímio centrojás Gardely Lepera

Hacía como una semana que le estaba enseñando al Nippur a traer un palo que le tiraba. Pero el hombre no colaboraba. A veces lo traía, sí; pero si no tenía ganas, uno se podía volver viejo tirándole el dichoso palo, que ni una olfateada le daba. Yo quería que lo trajera siempre, no quería ir a mostrarle al tío y que el bicho me quedara mirando. Así que practicábamos, o por lo menos, lo Read More …

Tobera

Unos amigos del tío habían estado de cacería por campaña y le avisaron que tenían algunas mulitas y chorizos de carpincho. La mulita era rica, sabrosa, pero los chorizos eran medio fuertones, así que apenas comía. O comía solo cuando se hacían cazuelas, lo mismo que el charque. Pero al tío le encantaban y los amigos, que lo conocían, le avisaban siempre que hacían y él encantado. Le pregunté, una vez, porque no hacía él Read More …