Entre Noblía y Aceguá
Todo el que visita el pueblo por primera vez pregunta por ella. Y, tal vez porque la respuesta que reciban sea siempre el silencio, es comprensible que la curiosidad nunca se agote. Una tumba, pintada de un inmaculado blanco de cal, pegada al alambrado del cementerio. No en, sino junto al cementerio. Y si uno insiste y pregunta en el boliche, las voces bajan y el ruido del reloj se hace patente. Porque hay cosas Read More …