Muñecas de trapo
Por enésima vez miró el reloj. El segundero parecía haberse detenido y volvió a temer que se hubiera quedado sin pilas. La fina aguja se movió y mantuvo un ritmo invariable hasta que dejó escapar el aire, casi mareada. Había estado conteniendo el aliento sin darse cuenta. Parada junto a la mesa, apoyaba una mano sobre el respaldo de una silla. Esa y la del otro extremo eran las únicas que quedaban del juego original. Read More …